Urdiales, de 54 años, fue declarado culpable de los cinco crímenes en California por un jurado el pasado 23 de mayo y un mes después el mismo panel recomendó que lo condenaran a pena de muerte. El juez del Tribunal Superior del condado de Orange, Gregg Prickett, indicó que le imponía cinco penas capitales consecutivas en caso de que alguna de estas fuera revocada por un gobernador.
Tales asesinatos ocurrieron en los condados de Orange, San Diego y Riverside entre 1986 y 1995. Hace siete años lo extraditaron al condado de Orange para el juicio por estos homicidios.
"Me complace que finalmente hayamos obtenido este resultado. Cuando piensas en los asesinatos en serie y en las cosas terribles que hizo, es difícil pensar en Urdiales como una persona, es un monstruo humano", expresó Tony Rackauckas, fiscal del condado de Orange, en un comunicado.
"La pena de muerte es el único castigo justo para Urdiales", agregó el fiscal. "Él no merece estar en el planeta con el resto de nosotros".
Las cinco víctimas de Urdiales en esta región son:
- Robbin Brandley, de 23 años y quien fue atacada cuando caminaba hacia su auto después de un concierto de piano el 18 de enero de 1986 en el Saddleback College, en la ciudad de Mission Viejo del condado de Orange.
- Julie McGhee, de 29 años, a quien asesinó el 17 de julio de 1988 en Cathedral City, en el condado de Riverside.
- Maryann Wells, de 31 años, a quien mató el 25 de septiembre de 1988 en San Diego.
- Tammie Erwin, de 20 años, a la cual le quitó la vida el 16 de abril de 1989 en Palm Springs, en el condado de Riverside.
- Denise Maney, de 32 años, a quien asesinó el 11 de marzo de 1995 en Palm Springs.
Su primer crimen ocurrido hace más de tres décadas conmocionó al condado de Orange. Su joven víctima fue apuñalada 41 veces en la espalda, el cuello, el pecho y las manos con un cuchillo de caza.
Mientras ese homicidio continuaba bajo investigación, los cuerpos de otras tres mujeres –McGhee, Wells y Erwin– fueron encontrados en áreas desiertas en Riverside y San Diego.
"Esto arruinó mi vida"
La mayoría de estos homicidios ocurrieron cuando Urdiales era parte de la Infantería de Marina y servía en las bases militares de Camp Pendleton en San Diego y Twenty-Nine Palms en Riverside.
Antes de que un juez dictara su sentencia, el padre de Erwin, su cuarta víctima en el sur de California, contó cómo la brutal muerte de su hija le afectó profundamente. "Esto arruinó mi vida", expresó con pesar Charles Erwin, según reporta la prensa. "Ha hecho pedazos mi ser físico y mental".
Urdiales fue condenado previamente a la pena capital por el asesinato de Laura Uylaki, Cassandra Corum y Lynn Huber, quienes trabajaban como prostitutas en Illinois, a mediados de la década de 1990. Pero al abolirse ese castigo en aquel estado lo condenaron a cadena perpetua sin libertad condicional.
Su abogada, Denise Gragg, argumentó que su cliente se desempeñó bien en el ambiente estructurado de la Infantería de Marina, pero tuvo problemas para controlar su ira y emociones en otros entornos. Lo atribuyó a que padecía el llamado síndrome de alcoholismo fetal parcial, debido a que su madre bebía cuando este se gestaba en su vientre y a una infancia con situaciones traumáticas.
De acuerdo con Gragg, su defendido ni siquiera estuvo consciente de los asesinatos.
Pero el fiscal Matt Murphy dijo que Urdiales jamás mostró arrepentimiento al cometer sus crímenes. "Es alguien que mató a estas jóvenes porque lo disfrutaba (...) Si tuviera algún remordimiento, habría dejado de hacerlo", aseguró.
Cuando se le permitió hablar en el tribunal, Urdiales expresó sus "sinceras disculpas" a las familias de sus víctimas, al juez, al jurado, a los fiscales y a sus parientes. Dijo que lamentaba que vieran los detalles "sangrientos" de sus crímenes.
"Mis condolencias por su pérdida (…) Eso es todo lo que puedo decir", dijo al dirigirse a las familias. Al panel que decidió que él debe enfrentar la pena capital le dijo: "Entiendo cómo votaron. Si yo fuera jurado en mi caso, probablemente hubiera hecho lo mismo. No hay rencores".
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